EL CASTILLO DE TORREGALINDO
Entre las suaves colinas de la Ribera del Duero, en el sur de la provincia de Burgos, descansan las ruinas de una antigua fortaleza que aún conserva el peso de los siglos. El Castillo de Torregalindo, convertido hoy en un mirador natural sobre el valle del río Riaza, fue en la Edad Media una pieza esencial para proteger estas tierras fronterizas.
Un castillo que vigila el valle
El pequeño pueblo de Torregalindo se levanta a los pies de un cerro de unos 835 metros de altura. Desde la cima, el castillo domina todo el paisaje: los campos, los viñedos y los caminos que en otro tiempo conectaban Segovia, Soria y Burgos. No es casual que se construyera allí. Durante la Reconquista, estas fortalezas formaban una línea defensiva encargada de salvaguardar la frontera del río Duero frente a los ataques musulmanes.
El propio nombre del lugar guarda una historia curiosa. En los primeros documentos medievales se menciona simplemente como Torre, y más tarde se añadió Galindo, quizá por algún repoblador o linaje de origen navarro. Así nació “Torregalindo”, un nombre que refleja la mezcla de culturas y raíces de esta zona de frontera.
Un poco de historia
El castillo tiene sus orígenes en los siglos XI y XII, aunque su aspecto actual se debe a las reformas que se hicieron entre los siglos XIII y XV. En su época de esplendor perteneció primero a los duques de Haro, después pasó a manos de la Corona, y finalmente fue propiedad de Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, uno de los nobles más poderosos del siglo XV.
Durante ese tiempo se reforzaron las murallas y se levantó la torre del homenaje, símbolo de autoridad y refugio del señor. Pero, con el paso de los siglos y la pérdida de valor militar de estas fortalezas, el castillo fue abandonado poco a poco, hasta llegar al estado de ruina en el que se encuentra hoy.
Arquitectura y restos visibles
Aunque el castillo está muy deteriorado, todavía es posible distinguir algunos de sus elementos más importantes. Su planta es alargada y estrecha, adaptada al terreno del cerro, lo que le da un aspecto curioso, casi como si fuera un barco de piedra varado en lo alto.
Entre los restos que aún se pueden ver destacan:
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Los cimientos y parte de los muros de la torre del homenaje, de la que solo queda un fragmento.
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Una torre albarrana de forma circular en el lado occidental, que protegía la zona más débil de la fortaleza.
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Restos de murallas y recintos defensivos, construidos con piedra caliza extraída de la zona.
Pese a su deterioro, el castillo conserva una gran fuerza visual. Desde lo alto, las vistas del valle del Riaza son impresionantes, sobre todo al atardecer, cuando el sol enciende los tonos rojizos de la piedra.
Nuevos descubrimientos en el Castillo de Torregalindo
En las últimas excavaciones realizadas en el Castillo de Torregalindo, los arqueólogos han descubierto una cueva excavada bajo la fortaleza, de más de veinte metros de profundidad, situada justo bajo la entrada principal. En sus paredes se han encontrado huecos para vigas de madera y restos que indican que estuvo en uso hasta el siglo XV, aunque podría ser anterior a la construcción del castillo. Este hallazgo demuestra que el cerro sobre el que se levanta la fortaleza ya estuvo habitado o aprovechado antes de la Edad Media, lo que amplía de forma notable la historia del lugar.
Además, se ha identificado con precisión la puerta principal del castillo y parte de su estructura interior. Se ha localizado la base original de la entrada y los restos del patio de armas, donde habría existido un espacio porticado para labores artesanales y un aljibe destinado a recoger el agua de lluvia. Estos descubrimientos permiten comprender mejor cómo se organizaba la vida dentro del castillo y confirman su valor histórico, al tiempo que refuerzan la necesidad de conservarlo como parte del patrimonio cultural de la Ribera del Duero.
Una ruina llena de historia
Hoy el Castillo de Torregalindo se encuentra en un proceso de ruina progresiva. Las grietas en sus muros y la erosión del tiempo amenazan con derrumbes, incluso sobre algunas casas situadas al pie del cerro. Por eso, el Ayuntamiento, junto a arqueólogos y voluntarios, ha puesto en marcha trabajos de estudio y consolidación de los restos.
Durante las excavaciones se descubrió una cueva excavada bajo el castillo, posiblemente anterior a la propia fortaleza medieval. Este hallazgo sugiere que el cerro pudo estar habitado mucho antes del siglo XI, lo que añade un nuevo capítulo a su historia.
A pesar de su estado, el castillo sigue siendo un símbolo del pueblo. Cada año, durante la cabalgata de Reyes Magos, los vecinos suben hasta la cima para iniciar allí la comitiva, que desciende hacia el pueblo. Así, las ruinas se convierten en escenario y corazón de una tradición que mantiene vivo el espíritu del lugar.
Visitar el Castillo de Torregalindo
El acceso al castillo es libre, aunque hay que tener precaución por el mal estado de las ruinas. El camino parte desde el centro del pueblo y serpentea hasta la cima, ofreciendo unas vistas espectaculares de los viñedos y del paisaje de la Ribera del Duero.
No hay rutas turísticas señalizadas ni centro de interpretación, pero precisamente eso le da encanto: quien lo visita encuentra un lugar auténtico, silencioso, donde la historia parece mezclarse con el viento y la tierra.
Si te gusta la historia medieval, la arquitectura defensiva o los lugares con un aire misterioso, Torregalindo es una parada ideal en tu viaje por el sur de Burgos. Desde arriba, uno puede imaginar las banderas ondeando y a los centinelas vigilando el horizonte, cuando estas tierras eran frontera y esperanza.
Consejos prácticos
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Ubicación: Torregalindo (Burgos), a 10 km de Milagros y unos 20 km de Aranda de Duero.
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Acceso: por la carretera BU-203 que llega hasta el pueblo. La subida final es a pie.
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Precaución: el castillo no está restaurado.
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Mejor momento para visitarlo: al amanecer o al atardecer, cuando la luz resalta los tonos cálidos de la piedra.

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